lunes, 22 de abril de 2024

EL VALOR DE LOS LIBROS EN LA VIDA COTIDIANA

 


        Me gusta leer sobre las luchas de las grandes mentes del pasado, tal vez porque de algún modo mi vida a mi parecer monótona se llena de una luz especial cuando imagino que estuve allí. ¿Cómo  habría reaccionado yo en ese momento, qué habría hecho en su lugar? En el ir y venir de la aguja relojera voy asumiendo una identidad nueva cada vez que leo un libro distinto, entonces soy la heroína, el héroe o alguno de los villanos de la historia que tengo en mis manos. Siempre es alguien diferente, yo misma soy un personaje diferente cada vez. Dentro de mi sala, donde mi biblioteca cada vez más cargada de libros permanece, voy aconsejando, confabulando, haciendo y deshaciendo según me apetezca. Converso o discuto, río o lloro, no sé, no importa, mi mente se llena de pensamientos que no van a ningún lugar, que no cambiarán esa historia ni su final, verdaderamente no me importa, soy feliz sintiéndome parte de ella. 

        Es importante que en este punto hable un poco sobre la sobre posición de esa vida fantástica en la vida real: la primera me permite ser quien yo desee, verme e incluso poseer habilidades únicas; la segunda, por supuesto, es la real, la física, el ama de casa de casi cincuenta años que sentada frente a un ordenador fantasea con seres y misiones de otro mundo. 

        Si pensamos por un instante en el verdadero valor de los libros en la vida cotidiana de un hogar promedio, te diré que fuera de una buena distracción o como herramienta de estudio, su interés no suele ir más allá. Tristemente, la cantidad de personas que dedican al menos una hora del día a una lectura cualquiera es cada vez menor. Las amas de casa suelen preferir las novelas o el cine de acción, los hijos se van por los videojuegos y el padre por lo general (también hay mamás que son fanáticas futboleras), elegirán un partido aun cuando sea una repetición. La lectura como tal ya no es un hábito que se inculque, ni siquiera en los centros de estudio y el costo de mantener una biblioteca actualizada y personalizada les aseguro por experiencia propia es bastante restrictivo para muchos mortales, esto a pesar de las ediciones de bolsillo y las cuidadas ediciones comerciales que se venden a bajo costo en librerías y supermercados. Aun así, al revisar las estadísticas de la economía general nos encontramos con la sorpresa de estar ante uno de los mercados más abarrotados y competitivos que existe. 

        Es curioso que en la actualidad la cultura general pueda estar tan al alcance y al mismo tiempo haya dejado de ser lo que debía. Tenemos arte, pero con franca honestidad realmente no parece arte en lo absoluto, tenemos libros disponibles, sin embargo, su lectura no es capaz de enriquecernos como debería. Podemos acceder a las aulas de estudio, las grandes y pequeñas bibliotecas, las facilidades están. Tenemos todo para formar una civilización encauzada hacia un mejor futuro, pero cada vez más distante por el grado de burocracia y de corrupción que ha socavado como un cáncer cualquier buena oportunidad de mejoría.

                





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