viernes, 6 de octubre de 2023

EL INTRUSO

 

 


 

 El Intruso


        Los gritos sonaron por toda la casa, la sangre escapaba escaleras abajo, como un río que divide un territorio marcando claramente el límite entre dos tierras.  El primer cuerpo fue localizado en el pasillo, el segundo sobre la cama de una de las habitaciones y el tercero en el baño compartido de la segunda planta de la casa. La mujer estaba sentada en la cama de la habitación principal, quieta, petrificada en ese instante del tiempo. 

              Solo unas horas antes todo parecía ir bien, el almuerzo transcurrió con normalidad en medio de una conversación mayormente aburrida sobre el trabajo y la escuela. Durante la tarde cada cual pasaba el tiempo en sus actividades acostumbradas, nada parecía ser diferente ese día, nada hasta que el hombre desconocido entró por la puerta trasera de la vivienda. El primero en ser sometido fue el papá, un hombre algo corpulento, ciertamente tenía fuerza, pero no la suficiente. Luego fue por la hija adolescente a quien amarró en la habitación sin mucho problema. La madre había salido a comprar algo de comida preparada para la cena, tardó un poco más de lo debido porque su camioneta se pinchó una llanta.

        El hombre pasó la siguiente hora en la habitación con la muchacha. Cuando la madre llegó escuchó los gritos en la planta superior, su marido se había liberado y luchaba con el desconocido, perdiendo la vida. Su cuerpo dejó de respirar cuando calló dentro del baño compartido. La hija lloraba llamando a su padre, eso hizo que el intruso se desesperara y terminara con ella también, dejándola tendida sobre la cama. Al darse cuenta de lo sucedido la madre corrió al cobertizo ubicado en el patio trasero, allí buscó  la escopeta de su esposo, esa que a pesar de sus constantes quejas su esposo mantenía cargada, subió corriendo las escaleras sosteniendo la escopeta con fuerza, su esperanza desapareció al ver como el agresor disponía de lo último de su familia. Por un momento se quedó perpleja ante la escena, reaccionó rápidamente jalando del gatillo, apuntando de lleno al pecho del hombre. Disparó una segunda vez hacia el rostro para asegurarse de que no huyera, dejándolo tendido en el pasillo de la planta superior. Así lo encontró la policía, sin rostro, mientras la mujer sostenía la escopeta entre sus manos y mantenía la mirada perdida. 



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