lunes, 16 de octubre de 2023

FINALES Y NUEVOS INICIOS...

 Basado en el cuento de Julio Cortázar La autopista del Sur

 


La llegada a París


        Tras varios días en la autopista la entrada a París fue un verdadero equivalente de la llegada al paraíso prometido, los días bajo el sofocante calor y noches frías pasaron a ser un recuerdo agridulce para la mayoría de los conductores. Las razones de tal atasco ya no importaban, solo esa maravillosa bienvenida a la ciudad; la promesa de camas, duchas y descanso. La aceleración de los autos marcó la pauta para todos, ya no habría más esperas. la carretera iba dando lugar a un nuevo paisaje, uno lleno de edificios y semáforos con aceras pobladas de caminantes despreocupados. En un principio el Peugeot 404 y el Dauphine parecían destinados a separarse conforme las columnas avanzaban. Las peripecias del embotellamiento prolongado pasaban a ser historia, los viajeros agradecían que fuera de esa forma. 

    El ingeniero en el Peugeot 404 se había quedado rezagado, aunque mantenía la esperanza de alcanzar al Dauphine, poco a poco fueron deslizándose todos hasta que ya no se vieron más. Por un momento el ingeniero pensaba en la joven, cayendo en cuenta de que no sabía nada de ella, entonces cómo la encontraría ahora, tal vez jamás la volvería a ver.

        El ingeniero dejó caer su desanimo sobre el volante cuando a un lado de la autopista vio aparcado al Dauphine, esas inconfundibles luces intermitentes del parking le devolvieron la alegría; no tardó en aparcar también un poco más adelante.  Al salir de sus autos tanto la joven como el ingeniero se miraron en silencio un instante antes de correr para abrazarse y besarse mientras se aferraban en un abrazo completo. La joven le dio un papelito rosa con sus datos anotados con una armoniosa letra compacta, el ingeniero por su parte le anotó en un trozo de página arrancado de su libreta su información de contacto. En un abrir y cerrar de ojos la pareja se despidió solo para reencontrarse al día siguiente en un restaurante local de la bella ciudad. 

        De los otros conductores supo por el periódico que las autoridades habían determinado las muertes de la anciana y del suicida como eventos desafortunados, lamentablemente no fueron los únicos, otros dos casos también se conocieron, aunque no los detalles exactos. El marido desconsolado fue acogido por un hijo quien dijo unas emotivas palabras sobre toda la situación vivida por los ancianos y su agradecimiento a las personas que los ayudaron. Los dos jovencitos regresaron con sus familias y a su rutina escolar sin mayores inconvenientes. El matrimonio y su hijita, el soldado y su esposa y los dos hombres con el niño rubio se desvanecieron en la urbe, cada uno siguiendo su propio camino. Al ingeniero se le ocurrió imaginar cómo sería su llegada a casa, lo más probable sería que se sintieran como él en ese momento, aliviados, exhaustos, hambrientos. La promesa de la cama, el descanso y la ducha fue una realidad en cuanto entró por la puerta de su apartamento, todo estaba en su lugar, agotado dejó caer su equipaje en el recibidor antes de correr al baño, luego a la cama. El sueño terminaría por adueñarse de su cuerpo y su mente en un instante. 

        

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